Ruth

El 'vertedero' de las viudas · ELPAÍS.com
DERECHOS HUMANOS DE LOS ANCIANOS.
«Los Derechos Humanos de los ancianos incluyen los siguientes derechos indivisibles, interdependientes, e interrelacionados:
- El derecho a un estándar de vida adecuado, incluyendo alimentación, vivienda y vestimenta.
- El derecho a un seguro social, asistencia y protección.
- El derecho a la no discriminación por cuestiones de edad u otro estatus, en todos los aspectos de la vida, incluyendo el empleo, acceso a vivienda, cuidado de la salud y servicios sociales.
- El derecho a los más altos estándares de salud.
- El derecho a ser tratado con dignidad.
- El derecho de protección ante cualquier rechazo o cualquier tipo de abuso mental.
- El derecho a una amplia y activa participación en todos los aspectos: sociales, económicos, políticos y culturales de la sociedad.
- El derecho a participar enteramente en la toma de decisiones concernientes a su bienestar.»

En el artículo de prensa, hacen alusión a que las mujeres desechadas, discriminadas llegan a Vrindaban porque creen que Krishna las protege y da comida.
Os copio el artículo de el periódico de el País que a pesar de haber adjuntado el enlace de este, creo que merece la pena que a nadie le pase por desapercibido, no me voy a extender con mi comentario, porque para todos aquellos que ya me conocéis un poquito, os diría que si no fuera por mi hijita que aún es pequeña y me necesita me iría a ese País y donde fuera necesario aquí allí, porque soy una persona de acción, estaría allí llevándoles amor a esas mujeres que se sienten y están abandonadas.
Recibir un abrazo en esta noche, esta entrada llevo días con ganas de compartirla, os dejo también un vídeo de youtube, que sin ser extremista sino realista con su contenido, con lo que aporta y para mi gratifica y renueva.

Artículo de prensa del periódico el País.
Miles de fantasmas rondan por Vrindaban. Mujeres vestidas en su mayoría de blanco, sin zapatos y rapadas. Viejecitas encorvadas con los ojos cubiertos por cataratas, pero también jóvenes, en algunos casos con hijos. Su marido murió, y con él perdieron su lugar en la sociedad. Se refugian y deambulan por esta ciudad, al norte de India, una de las más sagradas porque aquí creció el juguetón dios Krishna.

Llegan traídas por la familia, que no quiere hacerse cargo de ellas
"Cuando mi esposo murió, me quedé sin nada: sin dinero y sin poder trabajar. No tengo hijos. Nadie me podía ayudar. Por eso vine a Vrindaban. Aquí, Krishna protege y da comida", dice Bashuna Das. Como ella, muchas llegan arrastradas por la miseria o porque fueron echadas de la casa de los maridos. Unas 13.000 viudas malviven de la caridad en este pueblo y sus alrededores, según un estudio del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM).
Bashuna se considera afortunada. Está en una casa de la ONG Guild of Service. Otras viven en las lodosas y caóticas calles de Vrindaban, o comparten habitaciones que el Gobierno o fundaciones les alquilan. Los ashram (mitad asilo, mitad convento) acogen gratis a algunas.
Las viudas son de mal augurio en India. A veces se dice que son la causa de la muerte del marido. Según el Código de Manu, una de las escrituras sagradas más antiguas, una mujer no será nunca independiente. "Una viuda debe sufrir mucho antes de morir, debe ser pura en cuerpo, pensamiento y alma", dice el texto. El Skanda Purana va más allá: "Un hombre sabio debe evitar a las viudas, aún sus bendiciones, como si fuera el veneno de una serpiente". En Vrindaban comparten su soledad y se alejan un poco de este desprecio. El hare krishna rezado por cientos de gargantas conmueve hasta los huesos. Cantan durante cuatro horas a cambio de tres rupias (cinco céntimos de euro). Y, si tienen suerte, se llevarán un puñado de arroz.
"Algunas vienen por religión, pero otras no tienen elección. Las más pobres carecen de educación, y las familias las traen aquí para quitárselas de encima", cuenta Pria Saki, una valenciana hare krishna que lleva dos años como voluntaria. El Gobierno les da una pensión de 1.800 rupias al año (unos 30 euros), pero, además de ser muy poco, no llega a todas. Sólo el 25% la recibe. "La burocracia es muy complicada para ellas, en su mayoría analfabetas. Otras no saben ni que existe", dice Usha Rai, responsable del estudio de UNIFEM. Sólo les queda mendigar.
Pero también mujeres educadas vienen a parar aquí. "Mi hijo es terrible. No trabajaba; sólo me pedía dinero y se lo gastaba en alcohol y cigarros. Su esposa se fue llevándose a su hijo, y yo me cansé de mantenerle", dice Prim Kishori, una ex empleada de banca de 61 años. Como en su caso, los hijos muchas veces se quedan con todo al morir el padre. Aunque la ley reconoce el derecho de las viudas a heredar, en la práctica muy pocas veces ocurre.
El número de jóvenes sorprende. Se debe a la costumbre de casar niñas con hombres mayores. Por ejemplo, Pratima Sharma fue obligada a hacerlo a los 17 años con un hombre rico treinta años mayor. Quedó viuda a los 24 años y con un hijo de 6. Un segundo matrimonio es casi imposible.
En India hay 33 millones de viudas, según cifras oficiales. Aunque no todas estén en condiciones tan terribles como las de Vrindaban, todas sufren "al menos el estigma social. La mayoría no puede trabajar y son maltratadas por su familia", dice Mohini Giri, directora de Guild for Service.
Mientras, la sociedad de alguna forma se escuda argumentando que están en Vrindaban porque quieren dedicar sus últimos días a alabar a Dios. "Mi vida está vacía: no tengo ni para comer, pero estoy llena, porque tengo a Krishna", dice Sarosati Banarjee con una sonrisa de resignación. Al terminar sus sentidos cantos en el ashram, desaparece entre las retorcidas callejuelas de la ciudad de las viudas.